|     INDICE 159 |  | De alianzas y cosas peores Carlos Reyes Romero Analista y asesor político “Cuando  el río suena, es que agua lleva” Mucho  revuelo han alzado las alianzas electorales entre el PRD y el PAN. Pareciera  que los chamucos del priismo hubieran empavorecido ante la posibilidad de una  alianza mayor entre estos partidos, por demás representativos de las corrientes  más radicales del espectro político mexicano: la izquierda y la derecha.No  es la primera vez que se da una alianza entre fuerzas tan encontradas y distintas,  pero al fin de cuentas inconformes con el régimen político imperante.
 Ya  durante la guerra de Independencia Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide  formaron el Ejército de las Tres Garantías, para lograr que la Corona de España  abdicara de sus empeños coloniales y se pudiera proclamar la independencia de  México, aunque fuera bajo una modalidad de régimen monárquico que luego lueguito  se derrumbó. De esta alianza –seguramente maldita para España−, nació la República  Mexicana.
 Juárez  mismo, en plena lucha contra la Intervención Francesa y en medio de la más  adversa de las adversidades, logro atraerse el apoyo de miles y miles de  sacerdotes del bajo y medio clero, lo cual le permitió echar abajo la póstuma  pretensión de la Casa de los Habsburgo de reconquistar México para la monarquía  y al mismo tiempo derrotar al ejército más poderoso de aquel tiempo, el de  Napoleón III. Una vez restaurada la República, Juárez –para dolor de muchos  jacobinos trasnochados− concedió derechos políticos plenos a los curas;  derechos que les fueron suspendidos por el gobierno de Calles durante la Guerra  Cristera, en la segunda década del siglo XX.
 Otro  importante personaje político, al que muchos identifican con la derecha recalcitrante,  el General Juan Andreu Almazán, oriundo de Olinalá, una vez consumada la  Revolución en Guerrero, marchó con sus tropas hacia Morelos para unirse a  Emiliano Zapata, con quien lucho contra el ejercito porfirista y además contra  ¿quiénes creen?... contra las huestes de Rufo Figueroa y sus hermanos,  fundadores del cacicazgo que todavía hoy domina Guerrero, quienes desde aquel  entonces peleaban arduamente contra los zapatistas… y, por supuesto, contra el  pueblo como ahora.  Andrew Almazán, quien  ya sabía cómo mascaba la iguana, se mantuvo toda su vida en contra de ellos;  por ello vivió y murió como opositor al PRI y sus ancestros.
 Desde  que Cuauhtémoc Cárdenas le partió su mandarina en gajos a la Casa Gobernante,  el PRI se empezó a desmadejar. En el curso de los últimos 22 años, uno tras  otro, diversos grupos políticos abandonaron sus filas y se fueron a otros  partidos, una buena parte de ellos al PRD. Al no entender las causas de esta  desbandada y al deshacerse de Luis Donaldo Colosio y de José Francisco Ruíz  Massieu −los únicos políticos que podían haberlo reencauzado y darle rumbo a la  República− el PRI, bajo la tutela omnipresente de Carlos Salinas de Gortari, se  ha hundido en la desconfianza a la disidencia, la intolerancia hacia los  distintos y el rencor y el ánimo de desquite contra los que se fueron. Dejó de  ser el partido multiclasista e ideológica y políticamente plural que le había  permitido conservar el Poder de la República durante 70 años.
 Esto  motivo a los Dueños de México a remover al PRI de la Presidencia de la  República y sustituirlo por el PAN. “Nos están presionando –sin decir quiénes−  para que nos hagamos cargo del país; nosotros les hemos dicho que todavía no  estamos preparados para asumir la Presidencia…” nos comentó Carlos Castillo  Peraza en 1993, a los integrantes de Renovación Mexicana durante la primera  reunión que tuvimos con la dirigencia del PAN, en la que también estuvieron  presentes Felipe Calderón, Jiménez Remus, Margarita Zavala y el “Jefe” Diego.
 Hoy  las cosas están al revés. Quienes llevaron al PAN a la Presidencia, quieren ahora  sacarlo de ella. La razón es muy simple: Felipe Calderón, como en algún momento  lo intentó Vicente Fox, les está exigiendo que paguen impuestos y los ha balconeado  ante la opinión pública. Ellos alegan que no pagan impuestos porque la “ley lo  permite” y hasta lograron que Francisco Labastida Ochoa –ahora en calidad de  Senador de la República− y el PRI echarán virtualmente a la basura la  pretensión Calderoniana de cobrarles los impuestos, aunque fueran sólo los de  los últimos 5 años, cuyo pago han venido difiriendo durante 28 años. El PRI  privilegió la reconciliación con los Dueños de México, a que el país tuviera  finanzas sanas.
 De  la eclosión popular que encabezo el Frente Patriótico Nacional en 1988, la  clase política mexicana salió dividida en 3 tercios; cuyos votos aumentan o  bajan, pero que no dejan de ser tales. Aunque Manuel Clouthier, Doña Rosario  Ibarra y Cuauhtémoc Cárdenas, marcharon juntos hacia la Secretaría de  Gobernación para exigir que se “limpiara” la elección presidencial del 88 y de  que luego hubo algunas alianzas estatales entre el PAN y el PRD, la verdad es  que hasta ahora no habían llegado tan lejos.
 Ninguno  de los tres tercios ha tenido por sí mismo, ni entonces ni ahora, la fuerza y  el implante ciudadano suficiente para gobernar solo. De ahí que durante los  últimos 22 años, el PAN y el PRI hayan gobernado en alianza.
 Ahora  tienen fisuras, pero no son todavía graves; no obstante, las alusiones maternas  que se propinaron recientemente en la Cámara de Diputados. Desgraciadamente todavía  pueden recomponer la alianza entre ellos, aunque los factores del binomio  cambien y el PAN quede subordinado al PRI. Es factible.
 Aún  así, entonces como ahora la disyuntiva es muy clara: para gobernar la República  se requiere la alianza –es decir, la convergencia, la concurrencia entre  distintos− de cuando menos dos de estos tercios.
 El  PRD y la izquierda tienen que establecer muy bien sus prioridades: si la prioridad  es refrendar el alejamiento del PRI de la Presidencia de la República, impedir  su acceso o bajarlos de muchas gubernaturas estatales; entonces no hay de otra:  hay que aliarse con el PAN, pero no en blanco como lo hicieron quienes desde la  izquierda votaron por Fox, sino estableciendo compromisos precisos y explícitos  acerca de los cambios que hay que promover en el país y en cada entidad  federativa en disputa y de cómo se va a compartir el gobierno.
 Si  la prioridad es desplazar al PAN del gobierno y reabrir y remodelar el Parque  Jurásico, entonces es ineludible aliarse con el PRI, antes de que algunos  bebesaurios y senectarios, pacten por sí mismos su regreso al seno materno y se  tenga que ir debilitado a una alianza. Igual, tiene que haber compromisos muy  claros y abiertos.
 En  todo caso, hay que apurarse porque ellos también están pensando en cómo  reestructurar sus alianzas, en cómo remontar las afrentas y discordias y pueden  volver a excluir al PRD de las decisiones fundamentales, por otros 20 años… o  para siempre. Todo es posible.
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