|     INDICE 159 |  | El  desencanto por la democracia universitaria José  Gilberto Garza Grimaldo Para  Rogelio Ortega Martínez  y Ascencio  Villegas Arrizón. Hace  algunos días se dio a conocer los resultados de una encuesta nacional realizada  por Berumen & Asociados, financiada por el periódico El Universal, donde  los resultados arrojan que en la mayoría de los mexicanos hay un desencanto por  la democracia.Recordemos  que en el 2004, latinobarometro dio a conocer que en 18 países de nuestro  continente, recorre el fantasma del desencanto por la democracia.
 Los recientes escándalos políticos de  nuestro país y el cinismo de la clase política, corroboran del por qué de la  falta de credibilidad de la democracia y de las   instituciones.
 En   México,  la democracia electoral  se entiende como el conjunto de marrullerías para llegar o mantenerse en el  poder, ante la complacencia, y por ende, complicidad de los órganos electorales  encargados de aplicar la ley: Nadie tiene  facultades para detener ilícitos electorales.
 El reciente proceso electoral en la  Universidad Autónoma de Guerrero, fue una síntesis de lo que externamente  sucede en las elecciones “dizque”  constitucionales.
 Los instintos y las pasiones más bajas  afloraron en la “máxima casa de grillos”.
 Como será el nivel de estiércol que  caracterizó el proceso electoral, que hasta los más revolucionarios  universitarios exclaman: “el modelo de  elección está agotado”.
 Es  obvio, que con tan “civilizados  universitarios” el actual modelo educativo es inaplicable, el modelo es tan  solo una quimera.  No hay   en los universitarios conciencia holista ni cultura política  democrática.
 La  política en la Universidad, es la lucha por el poder. Lo que ha ocasionado que  se construya en el tiempo, un entretejido de complicidades entre diversos  grupos cuya bandera que enarbolan “es el  cambio universitario o la excelencia”. Algo así a lo que sucede en el  exterior cuando nuestra clase política desde hace décadas promete la llegada de  “la modernidad al país”, y éste se derrumba ante millones  de pobres y la riqueza concentrada en pocas  manos.
 El premio Nobel de Economía, el  estadunidense Gary Becker, advirtió que en algunos países de América Latina  comienza a consolidarse un ''capitalismo de compadres'', por el cual sectores  privilegiados consiguen ''favores del gobierno''.
 Guardando las respectivas proporciones,  en la UAG, se practica un “capitalismo de cuates y familiares.” En radio UAG,  diversos ciudadanos se preguntan quienes serán los nuevos ricos en la  universidad.
 Una práctica nefasta en la Universidad  es la negociación sin principios éticos. Lo ejemplifico con algo que escuché en  un noticiero radial local y muestra nuestro nivel de cultura democrática. El  conductor estaba entrevistando a un líder de Apango, y este decía que el presidente  municipal era un individuo sin voluntad política para dirimir los conflictos.
 El conductor le preguntó: ¿Porque  considera que el presidente es un político antidemocrático. El líder le  respondió: Es una costumbre en Apango,  que el ganador se sienta a negociar con los perderos para repartirse los cargos  públicos en el Ayuntamiento.
 Este tipo de negociaciones que ni en la  delincuencia organizada se practican, ha impedido a diversos rectores cumplir  con sus compromisos de campaña por estar rodeados de hienas y pirañas.
 Que un rector o director, invite a  integrase a su equipo a cualquiera de los que integraron el grupo de apoyo de  los candidatos perdedores, es loable. Siempre y cuando, tenga el perfil para  ocupar el cargo que va a desempeñar.
 En fin, los universitarios estamos  entrapados. Es el momento de cambiar, la violencia no es la forma racional de  dirimir las controversias o conflictos.
 Es el momento de mandar un mensaje al  pueblo y a la clase política nacional, de cómo deben de resolverse un problema  de tal magnitud: El derecho y los valores  de la cultura política democrática son la solución.
 La violencia deja una estela de dolor,  de sufrimiento. Es la forma más irracional para dirimir los conflictos.
 No hay cultura de legalidad en la UAG: Construyámosla entre todos.
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